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8/14/2012

El Astronauta de Palenque: Von Däniken


Erich von Däniken, lo describe como "ser que aparece sentado e inclinado sobre unos mandos (como un astronauta en su cabina de pilotaje). El extraño ser lleva en su cabeza un casco del que salen hacia atrás dos tubos flexibles. Frente a su nariz puede verse claramente un balón de oxígeno. Con ambas manos manipula el personaje algo parecido a unos mandos de control: la mano superior está abierta y en posición de hacer girar un botón como para sintonizar alguna cosan con precisión; en cuanto a la mano situada en el plano inferior, pueden apreciarse cuatro de los dedos con el meñique doblado ¿No es como si la figura estuviera manejando con esa mano una palanca al estilo del acelerador manual de nuestras motocicletas? Finalmente, el talón del pie izquierdo descansa sobre un pedal de varios niveles."


"...Lleva una indumentaria demasiado moderna: inmediatamente bajo su barbilla y bien visible en la parte del escote se distingue una prenda semejante a un pulóver de "cuello de cisne", que se ajusta completamente al torso y acaba en unos puños estriados... lleva también un ancho cinturón con hebilla de seguridad, un pantalón de mallas gruesas y otro interior muy ajustado, que le llega hasta los tobillos... ¡Ya tenemos al astronauta perfectamente vestido y equipado!"

"...Delante de la figura, sujeta a su asiento por cinturones de seguridad, vemos la instalación central para el suministro de oxígeno y de energía, así como el cuadro de comunicaciones... (En la proa) pueden distinguirse unos grandes electroimanes cuyo fin es crear un campo magnético en torno al casco de la astronave y protegerla así del choque con las partículas cósmicas..."

"Detrás del astronauta se observa una unidad de fusión nuclear... en el extremo posterior de la nave se haya incluso representado en forma estilizada la estela que dejan tras de sí los cohetes propulsores".

Para Charles Berlitz, el diseño era similar al de los cohetes de su tiempo y a la posición que en ellos adoptaban los astronautas.


A INTERPRETACIÓN COMO NAVE ESPACIAL

Muchos conocerían la lápida de Palenque a través de los libros deErich von Däniken en donde se decía que era la representación maya de una nave espacial. Pero él no fue el primero en señalar esta tontería.

No estoy seguro si fue Alexander Kazantsev, en alguno de sus trabajos traducidos al francés y publicados en la revista Planete, porLouis Pauwels, o fueron los franceses Guy Tarade y André Millou los primeros en sugerir que el personaje de la lápida de Palenque se hallaba en el interior de una naveespacial que despegaba, mientras iba accionando diversos mandos de la misma.

Según ellos la posición que adopta el personaje es muy parecida a la que toman los astronautas dentro de las cápsulas espaciales. Los escritores de Niza escribieron un artículo para la revista turinesa Clypeus, en donde afirmaban que el hombre representado en la lápida vestía un casco que le cubría la cabeza (yo no puedo distinguir ningún casco), y manejaba distintos instrumentos del tablero de mando o los controles de la nave (tampoco veo dichos controles). Decían que losjeroglíficos de la tumba eran un mensaje dejado por los seres de las estrellas. La parte medular del artículo dice:

“Cuando un pueblo quiere transmitir un mensaje indestructible, capaz de vencer al tiempo, lo confía a la piedra, el único material que puede desafiar la eternidad. En nuestro caso, eso es lo que han hecho los científicos mayas. La escultura, nítida, equilibrada, es una de las más bellas y refinadas que se conocen.
“El motivo principal está rodeado por veinticuatro símbolos que nos hacen pensar en la ‘Puerta del Sol’ de Tiahuanaco, y están dispuestos de la siguiente manera: nueve en lo alto (cielo), nueve abajo (Tierra), tres a la izquierda (Oeste) y tres a la derecha (Este). Estos jeroglíficos se refieren, de seguro, al pilotaje de la nave”.

“El personaje que está en el centro de la losa y que nosotros llamamos piloto lleva un casco y mira hacia la parte delantera del aparato (proa). Sus dos manos están ocupadas y parecen manejar mandos o manipular unos resortes”.

“La nave donde viaja, exactamente equipada como un cohete espacial, parece ser un vacío cósmico que utiliza la energía solar. En efecto, en la parte delantera del aparato aparece la figura de un papagayo, pájaro que representa al dios volante de los símbolos mayas, el Sol. La palabra ‘energía’ sería más apropiada que la de ‘dios’, ya que en la descomposición de la luz mediante prisma podemos encontrar la gama de colores del plumaje de una papagayo”.

“El color dominante habitual de estos pájaros es el verde, color de los dioses venusianos. Y cosa muy curiosa y coincidente es que los testimonios más fidedignos afirman que los platillos volantes, a su paso por el cielo, lo impregnan.
“En la parte anterior del cohete, justo detrás de la proa, están dispuestos tres ‘receptores’ que acumulan energía, y también son visibles más condensadores de energía, agrupados en series de tres, en torno al vehículo. El motor está dividido en cuatro partes en la parte delantera, y en la trasera aparecen unas células y vemos unos órganos complejos que están conectados por unos tubos a una tobera que expulsa fuego”.

“El grabado de la losa representa un cosmonauta pilotando una astronave que utiliza la energía solar. El hombre de la máscara de jade se perfila como un ‘semidiós’ blanco, tal vez uno de los últimos representantes de un grupo de iniciadores y protectores del Imperio que llegaron desde el cielo y a los que el Popul-Vuh, el libro sagrado de las mayas recuerda como los Sabios de la Primera Raza. La raza que descendió de
las estrellas, instruyó a los primitivos mayas y después desapareció”.




Guy Tarade fue más específico y escribió:

“Considero que el ilustre difunto no era un maya, su morfología era totalmente diferente a la de los indios. Aparentaba unos 40 ó 50 años de edad. Su talla de 1,75 metros, sobrepasaba en más de 20 centímetros la altura media de los mayas, que era de 1,54 metros”.

Para él los restos no pertenecían a ningún ser humano, sino a un ser extraterrestre. El último de los extraterrestres que descendió de las estrellas para instruir a los primitivos mayas. Éste “astronauta de Palenque” adoptaba la posición más apropiada para resistir elimpulso de los cohetes, cuyas “llamas” se podían ver saliendo de las “toberas de escape” en la parte inferior de la lápida.

El pelo de este “piloto”, decían los astroarqueólogos franceses, parece flotar a causa de la ingravidez. Lo cual contradecía dos puntos de su exposición: que el personaje vestía un casco (el cual hubiera impedido que sus cabellos “flotaran”); y que la lápida muestra el momento de despegue, o por lo menos una etapa en la que se dejan escapar los “gases de combustión” (este impulso tampoco es compatible con un estado de ingravidez).

En realidad no son los cabellos de Pakal los que “flotan”. Es su collar el que se desprende de su cuerpo en el momento de su muerte.


LA VERSIÓN DE VON DÄNIKEN


 

En 1969 vino a México el ingeniero civil norteamericano Hugh Harleston, un contratista de la NASA. Harleston encontró 18 coincidencias entre el grabado de la lápida de Palenque y una cápsula espacial de su época. Entre ellas estaba un supuesto cinturón de seguridad, el tablero de mandos, un micrófono o respirador (el inhalador de Tarade y Millou).

Para Harleston:

“No cabe duda de que la imagen esculpida es la representación de un astronauta dentro de un módulo espacial fuera de la atracción de la atmósfera terrestre:

 1) En la nariz de Quetzalcóatl se puede observar un especie de aparato que serviría como respirador y cumpliría la función del casco de un astronauta;
 2) En la parte delantera se identifican botones y palancas;
 3) El cabello ingrávido, como estaría un astronauta sin el casco;
 4) En la parte trasera del aparato se distinguen claramente las llamas producidas por la nave”.

Otros astroarqueolocos se ocuparían de la lápida de Palenque, como el francés Robert Charroux, el inglés Raymond Drake y el españolEugenio Danyans de la Cinna. Éste último escribió:

“El extraño grabado que decora la losa ha desconcertado a hombres de ciencia porque se parece, como una gota de agua a otra, a un cohetecósmico o cápsula espacial del tipo Mercury, propulsada por energía iónica”.

"Nuestro astronauta -su silueta es inconfundible y, por tanto, podemos llamarlo así- no evidencia sólo acción por la actitud; ante su vista cuelga un aparato que él observa con mirada fija y penetrante. Entre el asiento delantero ocupado por el astronauta y la parte posterior del vehículo, donde vemos cajas, círculos, puntos y espirales, hay varios puntales”.


En El mensaje de los dioses continúa:


“La losa en bajorrelieve viene a servir de marco a la figura central de un ser que aparece sentado e inclinado sobre unos mandos como un astronauta en la cápsula de mando de su cabina de pilotaje. El extraño ser lleva en su cabeza un casco del que parten hacia atrás tubos dobles flexibles. Frente a su nariz puede verse claramente un balón de oxígeno. Con las manos maneja algunos mecanismos de control. El talón de su pie izquierdo descansa sobre un pedal de varios niveles. Bajo su barbilla y bien visible en la parte del escote se distingue una prenda semejante a un jersey de ‘cuello de cisne’, que se ajusta completamente al torso y acaba en unos puños estriados. Lleva un ancho cinturón con hebilla de seguridad, un pantalón de mallas gruesas y otro interior muy ajustado, que le llega hasta los tobillos. En la proa grandes electroimanes cuyo fin es crear un campo magnético en torno al casco de la astronave y protegerla así del choque con las partículas cósmicas. Detrás del astronauta se aprecia unaunidad de fusión nuclear: en esquema se reduce a sintetizar dos núcleos atómicos, probablemente de hidrógeno y helio, los cuales acaban por fundirse en uno solo. Considero de mayor importancia el hecho de que en el extremo posterior de la nave, fuera del encuadre general, se haya incluso representado en forma estilizada la estela que dejan tras sí los cohetes propulsores…

“Ante la llegada de un ser extraterrestre los indios mayas sintieron el deseo ‘natural’ de perpetuar el recuerdo de tan excelsa visita y del extraño aparato en uno de sus relieves… lo hicieron en este caso para dejar a futuras generaciones un testimonio visible de su presencia”.

Von Däniken arguye que si este ejemplo de su “cadena de pruebas” no es aceptado por los estudiosos, hay que dudar de su integridad. Éste es su desafío a un académico honesto. “Una mirada sin prejuicios a esta imagen”, nos dice, “haría que incluso el más escéptico se detuviera y pensara”.

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